Hoy de nuevo asistimos a una jornada electoral en el Pais vasco y Galicia, con la mirada puesta en las negociaciones de mañana a nivel nacional, más que en las consecuencias del resultado en ambos territorios. A Rajoy no le importa como afecte a los vascos una mayoría del PNV con apoyo pepero o si en Galicia se perpetua el caciquismo baltariano. Al bobo solo le importa seguir en Moncloa y unos buenos resultados hoy, le situarán en una posición de fuerza para retorcer el brazo al resto mañana.
Ciñiendonos a los comicios celebrados hoy, la perspectiva es desoladora.Salvo una fuerte diferencia ideológica, no tengo nada contra el PNV, un partido democristiano sí, pero sumamente respetuoso con el diferente y bastante evolucionado en sus planteamientos sociales. Lo de Galicia es otra cosa. Parece que la mafia pepera revalida su eterna mayoría absoluta en la siempre rural y conformista región de Franco, Fraga o Rajoy. Mal comparado lo que ocurre en Galicia se asemeja mucho a Andalucía. El PP arriba y el PSOE abajo, han desarrollado una red clientelar de favores a cambio de votos, que salvo en los grandes nucleos urbanos, impiden cualquier tipo de cambio. Caciques como Baltar se extienden por toda Galicia, favoreciendo que personajes oscuros como Feijoo sigan sometiendo al pueblo gallego a recortes inhumanos mientras él coloca a amiguetes, familiares o novias. Ni el desastre sanitario y educativo o las extrañas relaciones con individuos de dudosa reputación pasan factura a Feijoo y el PP en una región atomizada en pequeños nucleos rurales sin aspiraciones, que condenan al resto de los gallegos a seguir gobernados por una derecha antigua, caciquista y dictatorial.
Para desgracia de los progresistas gallegos, a la derecha más rancia siempre le quedará Galicia.
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