Superadas por el momento las interesadas interpretaciones de las catalanas y tras la desastrosa campaña del desastroso Rajoy, la vida sigue. El PP le había preparado al PPresi una entrevista de desagravio con la siempre complaciente Gloria Lomana. Preguntas blanditas sin repreguntas que dejaban campo libre al bobo para colocar su pobre discurso. Lo de Alsina había sido un golpe bajo y en #CasaPP necesitaban hacer olvidar. Durante el PPasteleo en Antena 3, Rajoy anunció la fecha de las elecciones. Serán el 20 de diciembre, con todos metidos de lleno en el maratón navideño. Compras compulsivas, cenas, comidas y como no, muchos brindis con cava catalán. Todo un desparrame que el PP intentará aprovechar para que los votantes bajemos la guardia con falsas estadísticas sobre un repunte en la creación de empleo o el brutal incremento del consumo de los hogares españoles, estadísticas aderezadas con otras muchas que anunciarán que la crisis ha terminado mientras somos deslumbrados por las más ostentosas luces de colores que jamás hayamos visto.
Todos los excesos suelen acarrear terribles resacas, pero si sucumbimos a la intoxicación PProPPagandística, la resaca durará una legislatura. Para las primeras, todos tenemos un método más o menos infalible, una aspirina, un montado de lomo acompañado de una cerveza, etc. Para una resaca de cuatro años con el PP de nuevo gobernando, no habrá nada efectivo. ¿Qué puedes tomar para olvidar que has dejado que vuelva a ganar el jefe de los ladrones, el esclavizador de los trabajadores, el valedor de los banqueros, el liquidador de los dependientes, el enemigo de la cultura o el lameculos de la Merkel? Me temo que para esto no hay ningún remedio. Cuatro años de experiencia han sido lo suficientemente esclarecedores como para no permitir que Rajoy y su panda de cuatreros vuelvan a ganar unas elecciones en este país y para evitar ese triunfo que ya auguran sus maniPPuladas encuestas, nos quedan 77 días que debemos aprovechar. Hay que contar nuestra verdad. La del jubilado, la del parado de larga duración, la del joven becario o el camarero PPrecarizado, la del enfermo de hepatitis C y el dependiente, la de la joven embarazada que no puede abortar ni manifestarse para reivindicar ese aborto libre, la de los niños que pasan hambre, la del catalán cuyo voto es despreciado o la del andaluz que es insultado, la de los exiliados económicos, la de los universitarios sin beca...
Podríamos seguir enumerando desmanes de los PPajarracos hasta el mismo 20 de diciembre, pero resultaría demasiado tedioso. Lo que está claro es que todos conocemos alguna de esas verdades que ellos ocultan tras sus engañosas estadísticas. Debemos contarlas al vecino, a la compañera o a los amigos, como única forma de conjurar su machacón argumentario.
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