Viendo como la indignación se apodera de los ciudadanos de algunos países debido al desahogo con el que sus gobiernos dilapidan el patrimonio público, me empiezo a preguntar qué nos está pasando en España para que nos quedemos tan tranquilos mientras nuestros dirigentes privatizan, roban y engañan. Lo hemos visto en Turquía, donde se va a sacrificar una gran plaza para favorecer intereses particulares de empresarios. También lo vemos en Brasil, donde su población protesta, a pesar de haber avanzado mucho, pues su gobierno gasta millones de dólares para celebrar mundiales o Juegos Olímpicos. Pero...¿qué pasa en España?
Nosotros también tenemos un despilfarro olímpico. Por tercera vez consecutiva Madrid es ciudad aspirante a celebrar los JJOO, esta vez en 2020. En esta ocasión la candidatura de Madrid cuenta con escaso apoyo. La megalomanía del anterior alcalde y actual ministro Fachardón ha suscitado un gran rechazo, por mucho que la actual regidora madrileña quiera vender las maravillas que los juegos supondrían para el país. Tras dos intentos fallidos, parte de las infraestructuras están construidas. Eso bien lo saben los madrileños, vecinos de la ciudad más endeudada de España, por encima de los 7.000 millones. Deuda que por extensión pagamos todos los españoles, algo que parecen obviar los pajarracos de la villa y corte y su Comité Olímpico.
Para vender la nueva aventura olímpica nos hablan de los juegos más austeros de la historia porque SÓLO costarían 3.096 millones de dólares, unos 2.420 millones de euros. Algo insultante teniendo en cuenta que a los españoles nos están recortando hasta las pestañas. Como buenos liberales, la Botella y los suyos esperan que parte del dinero se recaude con la iniciativa privada. Pero hoy por hoy, el dinero privado comprometido es una gota de agua en el océano. Al final todo sería un negocio montado con miles de millones de dinero público, para que de nuevo medren los amiguetes de las gaviotas. Además, nadie garantiza que el presupuesto esté totalmente cerrado. Siempre surge algo, de tal forma que en Londres 2012, su presupuesto de 2.400 millones de libras casi se cuadriplicó y en Atenas se multiplico por diez el presupuesto inicial. Con estos dos ejemplos no es descabellado pensar que en un país como España, gobernado por un partido infectado de corrupción, que presumiblemente se ha financiado con los "dineros" de empresarios no menos corruptos a cambio de adjudicaciones de obra pública, los beneficios de semejante evento se repartan entre los de siempre, pues los JJOO normalmente son deficitarios para el país organizador y sus habitantes.
Con todo esto las preguntas se me agolpan:
- La primera y por obvia, ¿de dónde van a sacar el dinero? ¿Volverán a meter la mano en la caja de las pensiones? ¿Cuántos ancianos, estudiantes o dependientes han de sufrir para pagar el espíritu olímpico de los peperos madrileños? ¿Cuántos hospitales hay que privatizar para alimentar el ego de la secta de las gaviotas? Dudo que nadie esté dispuesto a facilitar el dinero a un país casi en bancarrota.
- Una vez concedida la organización de los juegos...¿en qué beneficiará al país la celebración del evento? ¿Cuántos puestos de trabajo estable se van a crear? La respuesta es fácil, CERO. Se crearán trabajos temporales en construcción y en empresas de servicios y luego...¿qué? Más PParo. Mira que son aficionados los Aznar-Botella a las burbujas.
- Por último y con la resaca...¿qué pasará una vez celebrados los juegos? ¿Se le sacará provecho a los edificios construidos? Madrid tiene exceso de instalaciones deportivas y el ayuntamiento no sabe qué hacer con construcciones como la Caja Mágica, cuyo mantenimiento cuesta un ojo a cada madrileño. ¿Los dedicarán a macro botellones como el del Madrid Arena? ¿O se caerán a trozos por la falta de uso y mantenimiento?
Porque estoy en contra de Madrid 2020, espero y deseo que a la tercera no vaya la vencida. ¡Con mi dinero no!