Rajoy, yo también me manifiesto

     La definición de necio podría ser, más o menos, persona ignorante, imprudente o falto de razón. Y en un diccionario virtual, el vídeo anterior podría incluirse perfectamente como ejemplo de necedad.

     Días después sigo sin dar crédito a las palabras de Rajoy, ese presidente oculto en su madriguera cuando está en España y que se muestra en el extranjero ridículamente para hundir aún más la denostada "Marca España", paseando por la Gran Manzana fumándose un puro y con aire de paleto sesentero en El Corte Inglés. Ridículo quedó también su reconocimiento público a esa supuesta mayoría que no se manifiesta, en una conferencia del Consejo de las Américas. Pero hoy me siento generoso y quizá por eso he decidido apear al bobo de su necedad, si eso es posible y ayudarle a descubrir como esa gran mayoría se torna en un exiguo grupo de fieles gaviotas, que aunque les violaran y les dieran de latigazos seguirían votándole a él o al que venga sin ningún "pero". Para ello presentaré varias razones que reducirán dicha mayoría.

     La primera y la más importante es que el hecho de que haya gente que no salga a manifestarse, no quiere decir que estén de acuerdo con sus políticas, que con una asquerosa naturalidad, nos están robando todos y cada uno de los servicios públicos. Mucha gente se queda en casa, bien por echar una siesta porque han madrugado, bien por ocupaciones domésticas o por lo que sea, pero no quiere decir que estén de acuerdo con usted.

     Otra razón de peso es que el hecho de que muchas manifestaciones sean en Madrid, nos impide a muchos, terriblemente cabreados con los peperos, asistir a las movilizaciones. Unos por trabajo, otros que están en paro, por ausencia de medios para trasladarse a la capital...El caso es que la mayoría de la gente normal no contamos con tantos autobuses como pone la secta de la gaviota o la secta católica para cualquier marchita para defender vuestro único modelo de familia.

     Mi tercera razón son la pequeñas manifestaciones, que también cuentan y que parece que el Presi desconoce. Hay movilizaciones un día sí y otro también, en Orense, Ciudad Real, Soria o Jaén, a las que acudimos muchos ciudadanos de provincias. Así mismo, hay concentraciones diarias en juzgados, colegios, hospitales, ayuntamientos, comisarías y a las puertas de muchas empresas de España.

     Importante es sin duda el miedo. El miedo es libre. El propio Rajoy tiene miedo a la prensa, al pueblo o al parlamento. Es fácil tener miedo en las actuales circunstancias, con ministros y otros pajarracos relevantes pidiendo detenciones, procesamientos y mano dura con los manifestantes. al igual que los talibanes piden más piedras para lapidar a una adúltera en Afganistán. Miedo también a la agresividad de la actual policía genovesa, que gustosos cumplen las órdenes de los de la gaviota.

     Por último la vergüenza. Vergüenza que siente mucha gente sin ideología por prestar su voto al Partido Patraña y ahora arrepentidos. Vergüenza que sienten muchos peperos de toda la vida y que también están en contra, aunque no se manifiesten. Y vergüenza que siente mucha gente, sobre todo mayores en ciudades pequeñas, para significarse en movilizaciones, pero que están radicalmente en contra de este gobierno traidor.

     Creo que con estas razones, Rajoy puede comprobar que su imaginaria mayoría, no es tal. Y que la paciencia, ahora sí, de la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España, se acaba. Él, que no hace mucho llamaba a manifestarse contra políticas de ZP, debe comprender que hay muchas razones para manifestarse contra su gobierno. Algunas se las intentaré explicar en mis habituales preguntas:

- ¿Acaso no es razón para manifestarse la reforma laboral del PP, que nos deja a los trabajadores a merced de los caprichos de los empresarios? ¿Y el robo a los funcionarios? ¿Hay que aguantar ver cómo te quitan el sueldo mes a mes y de paso te limpian la extra de Navidad mientras tienes que trabajar más horas porque el Estado ha despedido a miles de interinos?

- ¿No son para manifestarse los recortes en servicios públicos que nos proporcionaban cierta dignidad a la ciudadanía, mientras se les da cantidades ingentes de dinero a unos bancos quebrados por su usura? ¿Es permisible que se quite la desgravación por compra de vivienda a la mayoría y se permita desgravar pérdidas en casinos o en bolsa a una minoría de especuladores?

- ¿Por qué no me debo manifestar contra una reforma educativa más propia de 1956 que de 2012, que sitúa a mis hijos en desventaja frente a los de los ricos que estudian en la privada? ¿Por qué me voy a tragar que con mis impuestos de apóstata y ateo se subvenciones colegios del Opus Dei que adoctrinarán a sus alumnos, segregados por sexos, como les manda su puta Santa Madre Iglesia?

- ¿Es un exceso salir a manifestarse contra una gobernante como Cospedal que acusa a los manifestantes del 25-S de golpistas? ¿Se puede aguantar que hace escasas fechas Mari Cospi quisiera quitar el agua mineral a los hospitalizados en CLM mientras ella y sus pajarracos utilizan en sus despachos y reuniones agua de la exclusiva marca Numen, a 5 euros la botellita?

- ¿Y el fascismo? ¿Se puede permitir que el eurodiputado pepero Alejo Vidal Quadras pida un general de brigada de la guardia civil para controlar Cataluña? ¿Es tolerable que la PPolicía cargue brutalmente contra los manifestantes, que además también defienden sus derechos como trabajadores públicos, por orden de la Cifuentes, politicucha facha de medio pelo? Eso sí, teñido.

     Por todas estas razones y por muchas más, una gran mayoría y yo nos manifestamos. Eso sí, cuando podemos, Sr. Rajoy.