Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar - Winston Churchill
Cuenta la historia que Damocles, cortesano de la corte de Dionisio I, era en exceso adulador del tirano y envidioso de su suerte, despreciando entre tanto al resto. Para escarmentarlo, Dionisio le ofreció intercambiar los papeles y le organizó a Damocles un opíparo festejo, colmándolo de parabienes. En un momento dado, Damocles miró hacia arriba y vio como sobre su cabeza pendía una afilada espada, atada solamente por un único pelo de crin de caballo. En ese momento Damocles, que abandonó raudo el festín, comprendió que el ejercicio del poder tenía peligrosas contrapartidas que pueden representar el fin. Pues bien, pasados unos 26 siglos desde Damocles, podríamos identificar al cortesano con nuestro vergonzoso PPresidente y al tirano Dionisio con Merkel, Junker y los miembros de la Comisión Europea. En esta ocasión, nuestro estúpido Damocles quiere quedarse y nuestros socios europeos están dispuestos a dejar caer la espada.
En sus ansias de poder, Rajoy ha decidido asumir el riesgo y ha ideado un calendario post-electoral que culminaría con su investidura en segunda votación allá por el 29 de julio. Pero claro, para eso el líder de los PPajarracos necesita recabar apoyos entre el resto de partidos y es aquí cuando el PPresi y su secta quedan condicionados por su pasado como PPirómanos. Mariano y los suyos han quemado en cuatro años todo tipo de relación con sus adversarios políticos. Con su afán de españolizar a los niños catalanes, dar carnets de buenas madres, expulsar a inmigrantes pobres del sistema de salud o aumentar su admirada "mayoría silenciosa" a golPPe de Ley mordaza, los PPajarracos han quedado arrinconados en la política española. Su rodillo parlamentario ha sido aplicado a sangre y fuego y su desprecio por los trabajadores, desahuciados o exiliados económicos de la marea granate, les convierte en objetivo a batir, en dictadores a derrocar, por mucho que aún les voten casi 8 millones de personas. Para llegar a gobernar pronto, el PP tendrá que cambiar y ofrecer las cabezas de Fernández Díaz, Barberá y por qué no, del caPPo D. Mariano y esto solo para empezar a negociar. Las prisas de los PPajarracos tienen más que ver con "las espadas de Damocles", que para los mentirosos de Moncloa suponen la multa por incumplir el déficit, la congelación de los fondos de cohesión si no se presenta en Bruselas el techo de gasto o la aprobación de los PPresupuestos del 17, que han de aprobarse en septiembre y que llegarán con fuertes recortes.
Como veis, nuestro Damocles está en un callejón con muy pocas salidas. A Damocles le entraron prisas por abandonar la fiesta, evitando la caída de la espada y a Rajoy, nublado por su ostensible necedad, las prisas le llegan para neutralizar sus espadas. Eso sí, por si acaso las espadas finalmente caen, el PPresi las ha colocado desde su infame carta a Junker, sobre las cabezas de todos los españoles.
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