Una vez confirmados nuestros temores tras el 20N el PP se dispone a desempolvar su maquinaria y preparar su gobierno. Según algunos textos, las aves serían descendientes directos de los extinguidos dinosaurios y los pajarracos de la calle Génova no iban a ser una excepción. Alrededor del pájaro bobo y sus acólitos, todo huele a naftalina, desde la fiesta postelectoral convertida en verbena de pueblo al son de Paquito el Chocolatero, hasta el aspecto del futuro PPresidente Rajoy, más propio de un cacique de provincias del siglo XIX, que de un líder europeo del siglo XXI. Su arcaísmo no le va a servir para zafarse de la realidad y ésta no es más que una gran crisis provocada por financieros feudales, gestionada por gobernantes de segunda que deben obediencia a su majestad Angela Merkel. A esta estructura cuasimedieval y cutre, se va a incorporar de forma inminente el pájaro bobo, pero ya como presidente "in pectore" se ha puesto en contacto con su majestad Angela para rendirle pleitesía y tranquilizarla ante la insistencia de ésta para que el "in pectore" presente un plan creíble de recortes, peticiones a las que se han unido los señores del reino, dícese agencias de rating, ultraconservadores medios de comunicación mundiales y algunos bufones de la corte como el innombrable Aznar de Botella y "los CEOE".
Ante el aluvión de peticiones, los de la gaviota guardan silencio, remitiéndose al traspaso de poderes, y al pájaro bobo ni se le ve, delegando cualquier aparición ante los medios en su arpía más aventajada. Mari Cospi, que tiene una gran experiencia en presentar los recortes con eufemimos económicos, está más feliz que una perdiz, esperando su momento para clavarle las garras a su ahora líder y ocupar ella el trono. Aún así, ya se perfilan algunas medidas a tomar tras la coronación, en base al volumen de los recortes prometidos a la Merkel y a la actuación de los pajarracos en algunas autonomías.
La primera partida serían los impuestos, con subidas en tabaco, alcohol y gasolinas, siendo la recaudación por IVA la que más puede crecer, incrementando los tipos y aplicando el IVA normal a artículos y sectores que en la actualidad tienen algún IVA reducido. En segundo lugar, los recortes en sueldos y plazas en el funcionariado, llegando incluso a tocar las pagas extras. Esta política salarial se extendería al sector privado con la futura reforma laboral, en la que se eliminarán los convenios sectoriales, que en la práctica supondrá una merma sustancial en las condiciones laborales de los empleados, negociando los empresarios los sueldos a la baja.
Por último, el copago, palabreja que está ya en el léxico de cualquier españolito de a pie. El copago no sólo se aplicará en sanidad, sino que se podría extender a autovías, tasas universitarias e incluso procesos judiciales.
Tras poner mal cuerpo, a unos por su desidia al abstenerse y a otros por su falta de rigor al cambiar su sentido del voto, se me ocurren algunas preguntas:
- Dadas las probables subidas de alcohol, tabaco y gasolina, ¿instalarán los pajarracos gobernantes un peaje en la carretera entre Seo d'Urgell y Andorra?. Parafraseando a una buena amiga, en el pequeño país pirenaico va a haber "tiros y puñalás" por un ducaditos.
- Teniendo en cuenta que los asalariados públicos y privados somos los que más aportamos a las arcas de Estado con nuestros impuestos y consumo, si nos bajan los sueldos, ¿quién va a comprar en las tiendas lo que llega de las fábricas?, ¿quién irá al cine o de bares?, ¿quién hará turismo?. Extraña forma de contribuir a la reducción del paro.
- Si se reducen salarios, sube la gasolina y tenemos que viajar por caminos, pues habrá tasas en las autovías, ¿llegaremos en esta legislatura a ser los principales productores mundiales de tartanas, calesas y demás vehículos de tracción animal?. ¿Nos castigará "su majestad" por competir deslealmente con su Opel y su Mercedes Benz?.
Al final va a ser verdad que los pajarracos son prehistóricos. Seguiremos el ejemplo de Mari Cospi encomendándonos a Mariano.
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